La Ruta de esta semana es una de las más duras que hemos hecho en el tiempo que llevamos saliendo, por no decir que es la ruta más dura que hemos hecho. Independientemente del día tan horrible que escogimos, (el domingo, que es cuando podemos).
Un viento terrible desde primera hora de la mañana, que se fue haciendo cada vez mas fuerte y más frió conforme avanzaba el día.
La jornada empezó como en todas las salidas en La Posta, tan solo se apuntaron cuatro de los miembros.
Tomamos dirección sur por la Calle Nueva, para luego buscar la Rambla de los Álamos, subiendo hasta las baquerias y de ahí al antiguo basurero, avanzamos basurero arriba buscando el carril de la cota 200 que nos llevaría llaneando hasta el cruce con la carretera de Tablones.
Todo muy bonito, hasta ahí, que es donde verdaderamente empiezan las cuestas, subimos sin parar hasta el bar "LosCazadores" de Tablones, donde por primera vez desde que hacemos estas jornadas "biciclitistas" no nos paramos a tomar nada, y una vez recuperado el aliento del esprint de la subida, continuamos hasta lo alto de tablones para tomar el camino de tierra que debíamos seguir.
El viento soplaba fuerte de poniente y tan solo en los barrancos se notaba algo, ya que el cerro, a nuestra izquierda, nos iba protegiendo hasta llegar al cruce del cortijo de Vidoy, "Cortijo Los Aguilares".
Hasta ahí, la ascensión había sido mas o menos dura, pero se sobrellevaba, algún pie a tierra hubo, pero fue por una mala sincronización con los cambios en plena cuesta.
No te podías poner de pie en la bici puesto que el viento, helado que casi no se podía respirar, te tiraba al suelo, y sentado con tal desnivel y la relación de velocidades cortita hacían que la "burra" se levantara en caballito, la lucha fue dura y algunos tuvimos que echar el pie a tierra y caminar unos cuantos metros, otros sin embargo aguantaron como jabatos (torillos) en lo alto de la bici pese a las adversidades.
Nos reunimos a las puertas del "Cortijo de Vidoy", para esperar a los rezagados y tomar aliento. Bebimos agua y mentalmente dijimos, ya estamos recuperados ahora ya nos queda la ultima tirada. Subiendonos todos en las bicis y afrontando las nuevas pendientes con la entereza que las fuerzas nos dejaban, así hasta llegar a una parte con especial pendiente que está hormigonada, ahí ninguno pudimos seguir encima de la bici, el viento literalmente te tiraba.
Al bajar de la bici, el viento era tal, (si, esas bicis que nos compramos, un poco por vacilar, de que no pesan, esas superligeras de 10 kilos o menos), físicamente se levantaban del suelo arrastradas por el viento, no sé si íbamos arrastrando una bici o una cometa. Si las hubiéramos soltado se van dando vueltas a lo hondo del barranco. ¡Madre mía que viento!.
Arrastrándolas estuvimos hasta coronar la ascensión, donde paramos de nuevo para juntarnos todos. Aquella zona es un páramo baldío y no había sitio ni plantas donde protegernos del viento, así que los que íbamos en cabeza, tras esperar un poco, (lo que nos dejó nuestro compañero de viaje "el viento"), descendimos la cuesta hasta el mismo barranco y entre Almecinos, Álamos perdiendo la hoja y algún Algarrobo, pudimos parar descansar, respirar e incluso echarnos las fotos de rigor.
Tras eso, alguna meada y algunas bromas, subimos la última cuesta hasta la carretera de Lagos, ya sin echar el pie a tierra ninguno. De ahí tomamos en dirección Motril, para el Túnel de la Gorgoracha, sorteando ráfagas de viento que te bandeaban de un lado al otro de la carretera o te hacían meterte en la estrecha cuneta.
Por fin llegamos al túnel y resguardados por el cerro del viento de poniente, pudimos llegar a Motril casi sordos y verdaderamente extenuados de la lucha que tuvimos todo el día con el dichoso vientecico.
La Ruta, de dificultad alta, técnicamente compleja en uno de sus tramos (piedras sueltas, pendientes fuertes,etc), de unos cuarenta y tantos kilómetros en total, quedará en el recuerdo de los que fuimos, no por el esfuerzo, ni por el viento, ni por el frío, ni tan siquiera por las cuestas empinadas que pudieron con nuestras piernas, obligandonos a echar pie a tierra.
Quedará en nuestro recuerdo porque:
¡¡¡¡NO PARAMOS A TOMAR UNAS BUENAS TOSTADAS, CON ENGAÑIFA!!!
Qué cabrones, anda que otro día os voy a hacer caso. Que hambre y que sufrimiento pasé. Y eso que antes de salir me bebí un café y me comí un bocadillo de carne con tomate.(Habla el autor, J.J.)
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