De nuevo volvieron a ser protagonistas las calas, un invento para unos y un suplicio para otros, que llevarón al suelo a más de uno. Y los que no nos caimos ibamos acojonados una semana más.
La ruta empezó en La Posta un poco antes de lo normal, aunque al final salimos a las 8, en vez de a las 8:30h, pero lo de salir un poco antes es mejor para los que vamos mal de horario.
Con todo y con esas llegamos a las 12:30 h largas, porque entre los pajarillos, pajaricas, las caidas, las vistas, algún capullo que por cojones tiene que tomar café, las retiradas, el comentario de las jugadas, el olor a paella, los 3 kilos de barritas energéticas de muesli que llevabamos en la mochila (no sé para que nos compramos bicicletas de 9-10 kilos, si luego vamos cargados de gilipolleces), la mañana se hizo más larga de lo habitual y por supuesto la salida duró un poco más de lo esperado.
De Motril tomamos camino de Los Pinos, para meternos por el carril de la Bullarenga que en el cruce de cuatro vientos tomamos dirección a tablones, (cuidado con las barranqueras con agua, que debajo del líquido hay un metro de barro). Una vez en tablones paramos a tomar un café (solo el de siempre) y a llenar las botellas de agua.
A la llegada al Cortijo Alcantara.
600 metros de altitud.
Después subimos del Cortijo ALcántara en dirección al repetidor de telefónica y de ahí enlazamos con la carretera de Lujar justo en el cruce de Jolucar.
Bajamos a Lujar a ver a los lugareños.
Y después por la misma ruta la vuelta, de Lujar hasta el cruce de la pista de los Aerogeneradores, que en bajada llega hasta la Fuente de las Víboras, después fuimos buscando de nuevo el Cortijo Alcántara, y otra vez igual hasta la Garnatilla.